Mientras tanto, los investigadores de la ciencia no tienen dónde caerse muertos, el INC es una momia, los poetas no tienen editores, los nuevos novelistas deben pasar por “Sic” para sobrevivir y cualquier brillo ha sido desterrado de los periódicos. Es más: todo brillo ha sido prohibido y la trinchera norte de los opacos ha tomado el poder. Todo cambiará el día en que encendamos la tele y escuchemos un conversatorio sobre Garcilazo y abramos un periódico y hallemos 6 páginas dedicadas a César Moro y sintonicemos una radio para oír un debate en torno al Protocolo de Kyoto.
¿Qué eso aburre? Pues pueblo que no
se esfuerza ni se aburre un poco en el esfuerzo termina creyendo que los
chismes de Magaly Medina tienen importancia. Es imprescindible aburrirse. Es
del todo necesario ampliarnos, renacer, fatigarnos. De lo contrario puedes
aparecer, con cara de idiota, en alguna página de sociales. Desconfío de la
gente que no se aburre. Esa es la gente que optará por lo fácil. Y lo fácil es
ser idiota. Un idiota feliz.
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