El estrés vuelve a dar de qué hablar. Mientras más
nervios pasa una persona, peor es su aliento. Según expertos en
halitosis, esta "enfermedad social", que puede ser ocasional o crónica,
se produce por falta de oxígeno en la boca. "El estrés influye muchísimo
en el mal aliento, es directamente proporcional; los nervios hacen que
se deshidrate, sobre todo, la lengua y la halitosis ocasional se produce
por la falta de oxígeno temporal en la boca", explica a lanacion.com la Dra. Liza Marigo Klein, experta en este tema.
Otras causantes de la halitosis temporaria son la fiebre, dormir durante
más de media hora, los fármacos, la quimioterapia, el cigarrillo, el
alcohol, la falta de ingesta de alimentos por un período largo de
tiempo, no tomar mucho líquido en el día. Las causas son tan variadas
que esto explica que todas las personas la padezcan en algún momento del
día.
En el caso de la halitosis crónica, en cambio, los desencadenantes
tienen más que ver con una placa bacteriana que se produce en la lengua y
que alberga bacterias anaeróbicas; éstas proliferan en sitios como
encías inflamadas, espacios interdentarios, pliegues de la lengua, etc.
Marigo Klein se extiende en definiciones y tratamientos de este
"desequilibrio bacteriano considerado una enfermedad social". Focaliza
en el impacto en la vida cotidiana de quienes la padecen. "Te aleja de
los vínculos, porque la gente no quiere hablar con alguien que exhala un
aroma desagradable, produce inevitablemente distancia", dice y se
explaya en casos de pacientes que se separaron de sus parejas por este
problema, otros que estaban en crisis y lograron recomponer sus
vínculos, de personas que se volvieron más sociables, que ganaron
seguridad en el trato con sus pares y con sus superiores en el trabajo,
entre otras historias.
Paola llega al consultorio y accede a contar su historia a lanacion.com.
Pide, al igual que los demás pacientes, no dar la cara. "Ni siquiera
con mi marido hablo de esto. Es algo que avergüenza, deserotiza, no sé
bien qué es pero prefiero no hablar en cámara", se excusa. Cuenta que
hace años que estaba con esta "molestia", que no lograba opacar con
chicles ni pastillas, y que no bien vio a un especialista confirmó como
halitosis crónica y empezó el tratamiento.
Lo que ocurre con su marido es curioso, porque con él entró en crisis y
estuvo a punto de separarse por el rechazo que ella percibía; sin
embargo, nunca pudieron conversar sobre el tema. "Ahora que estoy en
tratamiento volvió la intensidad de los besos, volvió la pasión", dice
sonriente, segura, y mira a su médica.
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