miércoles, 5 de diciembre de 2012

LA PRÓXIMA GUERRA... LA GUERRA DEL AGUA


El agua brota como el mayor conflicto geopolítico del sigloxxi, ya que se espera que en el año 2025 la demanda de este elemento, tan necesario para la vida humana, será un 56% superior al suministro... y quienes posean agua podrían ser blanco de un saqueo forzado. Se calcula que para los 6250 millones de habitantes a los que hemos llegado se necesitaría ya un 20% más de agua. La pugna es entre quienes creen que el agua debe ser considerada un bien comerciable (como el trigo y el café) y quienes expresan que es un bien social relacionado con el derecho a la vida. Los alcances de la soberanía nacional y las herramientas legales son también parte de este combate.

En la mayoría de las regiones, el problema no es la falta de agua dulce potable, sino más bien la mala gestión y distribución de los recursos hídricos y sus métodos. La mayor parte del agua dulce se utiliza para la agricultura, mientras que una cantidad sustancial se pierde en el proceso de riego. La mayoría de los sistemas de riego funcionan de manera ineficiente, por lo que se pierde aproximadamente el 60 por ciento del agua que se extrae, el cual se evapora o vuelve al cauce de los ríos o a los acuíferos subterráneos. Los métodos de riego ineficientes entrañan sus propios riesgos para la salud; así por ejemplo, el anegamiento de algunas zonas de Asia Meridional es el determinante fundamental para la transmisión de la malaria, situación que se reitera en muchas otras partes del mundo.

Este recurso es un bien tan necesario que podría pasar a ser objeto de enfrentamientos políticos si se le observa solo como un negocio, lo que actualmente sucede con el embotellamiento del agua.

Entre 1970 y el 2000, la venta del agua creció más de 80 veces. Hoy en día, la industria del agua se embolsa 200 000 millones de euros por la venta del agua embotellada, solo las multinacionales francesas Vivendi y Suez controlan el 40% del mercado mundial operando en más de 200 países de todo el mundo con el apoyo del BM, el FMI y la OMC.

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